Wolfspeed: La decepción operativa ahoga el optimismo bursátil

La acción de Wolfspeed se encuentra sumida en una fuerte presión vendedora. El detonante ha sido una actualización operativa que ha reavivado las preocupaciones de los inversores sobre la capacidad de ejecución de la compañía, eclipsando por completo noticias recientes que, en otro contexto, habrían sido recibidas con beneplácito.

Tras la publicación de la actualización, el jueves 12 de diciembre se desató una venta masiva en el mercado extrabursátil, con una caída superior al 7%. La tendencia bajista no hizo más que intensificarse durante la sesión del viernes. La apertura del viernes dejó una clara brecha a la baja (gap), con el título luchando infructuosamente por mantenerse por encima del nivel psicológico de los 21 dólares. El volumen de negociación, significativamente elevado, es una señal elocuente: los grandes actores institucionales están priorizando los riesgos operativos inmediatos sobre las promesas de crecimiento a largo plazo.

El núcleo del problema es manufacturero. La empresa ha anunciado nuevos retrasos en un hito crítico: la escalada de la producción de obleas de carburo de silicio (SiC) hacia el formato de 200 milímetros. Este tamaño es fundamental para lograr una fabricación en serie eficiente y rentable. Los factores clave que lastran la confianza son:

• Un nuevo aplazamiento en los calendarios para la producción a 200 mm.
• Crecientes dudas sobre la gestión de costes durante la fase de ramp-up productivo.
• La preponderancia de los riesgos de ejecución a corto plazo, que opacan las oportunidades de crecimiento futuro.

Un acuerdo estratégico ignorado por el mercado

La crudeza de la reacción del mercado se hace más evidente al contrastarla con un anuncio positivo de la misma semana. El 9 de diciembre, Wolfspeed hizo público un acuerdo de suministro estratégico con Toyota. Según este pacto, los transistores MOSFET de la firma estadounidense integrarán los sistemas de carga a bordo de los futuros vehículos eléctricos del gigante japonés.

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En condiciones normales, la validación por parte de un fabricante de la talla de Toyota actuaría como un sólido soporte para la cotización. Sin embargo, en esta ocasión, el mercado ha hecho caso omiso de esta señal de confianza a largo plazo. El mensaje es contundente: el problema no es la cartera de pedidos, sino la credibilidad en la capacidad de Wolfspeed para cumplirlos de manera rentable y dentro de los plazos establecidos.

La solvencia no basta para generar impulso

Este episodio de debilidad también desmonta el breve optimismo generado a principios de mes. El 1 de diciembre, la compañía recibió una devolución de impuestos por valor de 698,6 millones de dólares de las autoridades fiscales estadounidenses, en el marco del CHIPS and Science Act. Esta inyección elevó la liquidez total de la empresa hasta aproximadamente los 1.500 millones de dólares.

Aunque este colchón financiero elimina, de momento, el riesgo de insolvencia inmediata que pesaba sobre la acción durante 2024, los eventos de los últimos días demuestran que la mera solvencia no es suficiente para impulsar una reevaluación positiva del valor.

El escrutinio analítico se mantiene

El escenario actual para los inversores es el típico de un mercado que exige pruebas tangibles ("show-me story"). Aunque la base financiera se ha reforzado, el techo operativo se está descendiendo debido a los continuos retrasos. Varios elementos continúan presionando la valoración:

• Sensibilidad del sector: El mercado de semiconductores castiga con dureza a las empresas intensivas en capital que no alcanzan sus hitos tecnológicos clave.
• Cautela analítica: Los ratings de los analistas se mantienen entre mixtos y negativos, y los objetivos de precio promedio sugieren que aún existe potencial de caída.
• Volatilidad persistente: La volatilidad implícita se mantiene en niveles elevados, lo que indica que los operadores anticipan más movimientos bruscos en la cotización durante la próxima semana.

La pregunta central para Wolfspeed ha evolucionado. Ya no es "¿sobrevivirá?", sino "¿podrá cumplir?". Mientras la dirección no presente evidencias concretas de que la transición a la producción de 200 milímetros vuelve a encarrilarse según lo planeado, la acción seguirá siendo vulnerable. Ni el colchón de liquidez ni el contrato con Toyota parecen capaces de cambiar esta dinámica en el corto plazo.

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