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Tulus Lotrek: La revolución de Max Strohe, cocina con alma en Berlín

08.12.2025 - 14:57:03

¿El mejor restaurante de Berlín? Descubra la intensidad, humanidad y genialidad de Tulus Lotrek, el templo de Max Strohe: sabor, calor y estrellas Michelin más allá de la pinza clásica.

¿Puede un plato abrazar el alma y desordenar la memoria gustativa de quien lo prueba? En el corazón de Kreuzberg, alejado del estrépito habitual que caracteriza a la escena berlinesa, el restaurante Tulus Lotrek, bajo la batuta del chef Max Strohe, responde a esa pregunta con una explosión de texturas, aromas y una atmósfera tan cálida que es imposible salir indemne. Tulus Lotrek no es solo un restaurante estrella Michelin en Berlín: es una declaración de principios y una celebración del goce sin etiquetas rígidas.

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Al cruzar el umbral de la Fichtestraße 24, uno podría confundirse: la fachada no seduce con promesas vacías, ni saca pecho del Michelin que la corona año tras año. Dentro, la luz es suave, el murmullo íntimo, los muros recogen las risas y confidencias de quienes buscan más que una cena: buscan una vivencia. Todo evoca el salón de un amigo hedonista y relajado, donde las copas no esperan la señal protocolaria y el mantel jamás impone un dresscode. Esta es la vitalidad que Ilona Scholl y Max Strohe, socios y pareja en la vida y en la sala, han sabido destilar tras una temporada decorando la alta cocina berlinesa desde la autenticidad.

Pero, ¿quién es Max Strohe? Si algo define su trayectoria es el romper de moldes. Lejos de triunfalismos fáciles, su adolescencia fue más cercana a la autogestión que a la rigidez de los internados culinarios. Strohe, el chef con estrella, nunca encajó en discplinas militarizadas, ni en la famosa "Pinzettenküche" (cocina de pinza) obsesionada con lo milimétrico y lo pulcro. De hecho, su primer sobresalto profesional fue sobrevivir en la hostelería sin dejar de ser buena gente. En 2015, junto a Ilona Scholl, erige Tulus Lotrek: un bistró elegante donde la pompa cede ante la intensidad gustativa, donde la coctelera de producto, acidez y grasa danza a favor de la sensación de placer y no contra el dogma.

El recorrido es, en verdad, singular: desde los barrios de Bonn hasta la vanguardia de Kreuzberg, pasando por experiencias que forjaron un carácter intransigente con lo banal y un temple que prefiere perder empleados a ceder a la toxicidad ambiental. Aquí, el equipo es tratado con humanidad y respeto radical, incluso a costa de asustar a quienes no entienden que la excelencia también puede ser amable. Es este eje de trabajo lo que, según muchos expertos y comensales, le da a la alta cocina de Tulus Lotrek ese punto emocional y magnético que trasciende al paladar.

En la mesa –o mejor aún, en la cocina, donde a veces la experiencia es aún más íntima e inolvidable–, Strohe despliega lo que él llama "Wohlfühl-Opulenz": opulencia confortable. No hay miedo a la mantequilla, ni temor a la acidez punzante, ni reparo en el uso de la grasa justa para hacer del bocado algo memorable. Un filete se besa con la untuosidad de una salsa emulsionada al momento; un tartar explota en matices gracias a encurtidos y salsas secretas; una espuma no existe por capricho, sino para amplificar un fondo descomunal.

Una vez, en un día de descanso, Max preparó para su equipo y sus amigos cercanos una hamburguesa gourmet que hizo historia: dobles láminas jugosas, mezcla de quesos seleccionada, salsa de ketchup y mostaza perfectamente calibrada y brioche a la plancha con mantequilla. Una hamburguesa de estrella Michelin, pero nunca engolada. Y no olvide las patatas fritas: doradas, ultra crujientes, tras múltiples frituras e infusiones de paciencia y técnica. “¿Quién quiere barato, cuando puede probar esto?”, sonríe Strohe. En su restaurante, el precio es un tributo a la experiencia única.

Pero la grandeza de Tulus Lotrek no solo se mide en sensaciones gustativas o en el maridaje impecable de Ilona Scholl, una de las mejores sumilleres de Alemania. El compromiso humano y social late fuerte. Max Strohe es también el alma de "Cooking for Heroes" (Kochen für Helden), una iniciativa solidaria que, ante la catástrofe de las inundaciones en Ahrtal en 2021 y la crisis sanitaria, movilizó cocinas y corazones, brindando miles de comidas calientes a héroes anónimos y damnificados. Su implicación le valió el Bundesverdienstkreuz, la máxima distinción civil alemana, por demostrar que hospitalidad es mucho más que servicio: es un deber ético.

En los medios, Strohe se mueve entre la erudición espontánea de “Kitchen Impossible” y la naturalidad entrañable de quien odia el postureo. Su voz es clara: la alta cocina debe volver a hablar de sabor, de personas y de placer genuino. Las técnicas, las emulsiones y la inteligencia culinaria importan, sí. Pero la experiencia debe ser acogedora.

Tulus Lotrek es hoy una de las direcciones esenciales para quien visite Berlín con el alma (y el estómago) abierto. Sea usted degustador curtido o explorador primerizo, aquí no hay fórmulas vacías. La carta es un viaje de intensidad, el ambiente es de calidez sofisticada y el recuerdo, indeleble.

Desde la perspectiva de un gourmet español, Tulus Lotrek representa la síntesis perfecta entre la libertad creativa del tapeo, la rotundidad centroeuropea y la precisión francesa destilada hasta lo esencial. Es una oda al disfrute sin artefactos estilísticos, un canto a la autenticidad y al hedonismo bien entendido, tan lejos del disciplinamiento estirado de algunos templos Michelin. Porque aquí, la mesa es, ante todo, un acto de amor compartido.

Lograr una reserva no es fácil: los meses se llenan con antelación y la expectación no hace sino crecer. Quien logra cruzar su umbral, sabe que entrará en un lugar donde el máximo lujo se resume en dos palabras: sabor y humanidad.

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