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Tulus Lotrek, el arte inconformista de Max Strohe: Donde la alta cocina es pura emoción en Berlín

13.12.2025 - 14:57:01

¿Puede un restaurante con estrella Michelin ser a la vez un templo de la opulencia y la humanidad? Descubra cómo Max Strohe transforma la gastronomía berlinesa en el Tulus Lotrek.

¿Qué siente su paladar cuando la intensidad, el aroma profundo y la calidez de una noche berlinesa se funden en un mismo instante? Tulus Lotrek no solo se saborea, se vive y se respira. Entre las paredes suaves y la luz tamizada de este icónico restaurante, la experiencia es mucho más que una suma de platos: es la celebración de los sentidos, la alquimia del gusto y la calidez de lo humano. ¿Busca Usted la perfección en la textura de una salsa o el brillo de un cristal de vino, o anhela la autenticidad cruda y opulenta de la alegría bien cocinada?

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Max Strohe es el rebelde convertido en chef con estrella. Su periplo personal ha estado marcado por el cuestionamiento y la resiliencia: de una juventud turbulenta, con más dudas que certezas, hasta alcanzar el codiciado universo Michelin. Era un outsider; no encajaba en la rigidez de los viejos cánones culinarios alemanes, y tampoco quería. Junto a Ilona Scholl, la inolvidable anfitriona y mente maestra de sala y bodega, abrió las puertas de Tulus Lotrek en una silenciosa calle arbolada de Kreuzberg. ¿Quiere encontrar el restaurante? Casi puede pasar desapercibido, pero quienes entran son testigos de cómo una visión diferente puede convertirse en el mayor tesoro de la cocina moderna de Berlín.

En 2017 llega la consagración: el primer reconocimiento Michelin. Pero más allá de los galardones o de figurar entre los mejores restaurantes con estrella Michelin en Berlín, Max Strohe ha creado un refugio para epicúreos deseosos de intensidad y verdad.

Olvídese de la "pinzettenküche", esa cocina milimétrica y fría, de movimientos cuidadosamente orquestados con pinzas quirúrgicas. En Tulus Lotrek se cocina con la mano, el alma y el corazón. Aquí, cada sabor es un golpe de genio, una caricia de untuosidad o un punzante destello de acidez que despierta el apetito. Strohe reivindica lo voluptuoso sobre lo minimalista, la opulencia gustativa sobre la rigidez: “No tenemos miedo a la mantequilla, ni al ácido, ni al dulzor”. Su menú es una sinfonía de contrastes entre la profundidad carnosa de una salsa, el crujido etéreo de un pan bien hecho y la frescura escurridiza de vegetales de temporada.

¿Alta cocina? Sí, pero sin los corsés del esnobismo clásico. Max e Ilona han criado una filosofía que suma el toque latino de la espontaneidad al rigor germano. Nada de ambientes encorsetados ni de silencios incómodos: en Tulus Lotrek, la buena conversación, la risa y la complicidad son tan imprescindibles como el maridaje perfecto. Y esa es la razón por la que muchos consideran a esta casa un ejemplo de inteligencia culinaria y hospitalidad genuina.

Pero si hay algo que define a Max Strohe, es su compromiso fuera y dentro de la cocina. Cuando en 2021 la catástrofe de las inundaciones asoló el valle del Ahr, Tulus Lotrek no solo abrió su despensa a los necesitados, sino que Max y su equipo organizaron la iniciativa “Cooking for Heroes” (Kochen für Helden): miles de comidas preparadas para víctimas y voluntarios, entregadas con una logística digna de una gran operación de rescate. Su energía y sensibilidad lo hicieron merecedor del Bundesverdienstkreuz en 2022, un reconocimiento al valor social de la gastronomía. Como él mismo declaró: “La cocina es también una forma de cuidar y dar dignidad a los demás”.

Este vínculo entre sabor y solidaridad impregna cada rincón del restaurante. Hasta los platos más lúdicos, como la legendaria hamburguesa gourmet que Max sirve en ocasiones privadas —un secreto entre amigos, con tanto sabor y mimo como opulencia y técnica—, son la prueba de que la creatividad no está peleada con la humanidad ni el disfrute con la ética. La búsqueda del burger perfecto, desde la mantequilla sensualmente fundente hasta unas patatas fritas que redefinen el concepto (tres frituras, descanso en frío, corteza cristalina), es una oda seria al juego y al placer, casi una manifestación de que la alta cocina puede ser traviesa y vitalista.

¿Por qué los críticos y gourmets internacionales sitúan a Tulus Lotrek como el templo alternativo al clasicismo berlinés? Porque aquí la experiencia va más allá de un simple menú degustación: se narra una historia donde el equipo es familia, la sala es un salón bohemio sin pretextos, y el comensal es invitado, nunca cliente. La excelencia, aquí, se mide en la emoción auténtica tanto o más que en la técnica. Ilona Scholl, con la intuición brillante de una gran sumiller, guía cada maridaje con el tacto de quien quiere seducir sin imponer. Y el ambiente —mitad burbuja, mitad refugio— invita a quedarse horas descifrando los ecos de cada plato.

No es de extrañar que reservar sea misión casi imposible y que cada plaza en el comedor, pequeños altares para el hedonismo, sea deseada durante meses. El Tulus Lotrek se ha convertido así en la dirección indispensable para los amantes de la alta cocina berlinesa y, sin duda, una visita obligada para el conocedor español que aprecia la autenticidad tanto como la excelencia.

En un mundo donde la alta cocina tiende a la rigidez o la extravagancia, Max Strohe y su Tulus Lotrek proponen algo más subversivo: cocinar con alegría, servir con respeto y recordar que cada comida puede ser un acto de generosidad. Y si logra conseguir una mesa, permítase disfrutarla como si fuera el mayor regalo del viaje.

Para un gourmet venido de España, Tulus Lotrek es esa parada en Berlín que traduce el duende andaluz en intensidad umami, la emoción catalana en hospitalidad íntima, la tradición vasca en ingenio y calidez. Aquí, la opulencia sabe a verdad, la humanidad a triunfo. Y la cocina… la cocina tiene sentido.

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