Tesla: La apuesta definitiva por la conducción autónoma

El fabricante de vehículos eléctricos se encuentra en una encrucijada decisiva. Por un lado, su negocio principal de venta de coches muestra signos de debilidad, con cifras de entregas a la baja. Por otro, la compañía acelera al máximo su estrategia de movilidad autónoma, una visión de futuro en la que Elon Musk ha depositado toda la fe. Los inversores se preguntan si el potencial de esta tecnología justifica la elevada valoración bursátil, o si los problemas fundamentales del negocio automovilístico terminarán por pesar más.

El panorama operativo actual de Tesla dista de ser ideal. Para evitar un segundo año consecutivo de caída en las entregas, la empresa necesita despachar un récord de 555.000 vehículos en el último trimestre del año. Esta presión ha llevado al consorcio a inundar el mercado, especialmente el estadounidense, con incentivos agresivos. Entre ellos destacan financiaciones al 0% y la promoción de carga gratuita en sus Superchargers. Estas medidas son una respuesta directa a la flaqueza de la demanda en Estados Unidos, donde las ventas cayeron un 35% entre septiembre y octubre, tras la eliminación de los incentivos fiscales gubernamentales.

La carrera acelerada hacia el taxi robot

Frente a estos desafíos inmediatos, Elon Musk ha decidido redoblar la apuesta por el futuro autónomo. El consejero delegado ha impuesto un recuento regresivo de tres semanas para retirar a los supervisores de seguridad humanos de los Model Y que operan como prototipos de robotaxi en Austin. El objetivo es que alrededor de 60 vehículos funcionen de forma autónoma en esa ciudad texana para finales de año.

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Este movimiento es crucial, pues la narrativa de crecimiento a largo plazo de Tesla se sustenta casi por completo en el desarrollo de su inteligencia artificial. La compañía ha prometido un nuevo y más potente modelo de su sistema de conducción autónoma (FSD) para principios de 2026, junto con una expansión del servicio a Houston y Dallas. Incluso en Europa se vislumbra un horizonte: la autorización por parte de las autoridades neerlandesas podría llegar en febrero de 2026.

Valoración y competencia: dos desafíos paralelos

La dicotomía entre las promesas tecnológicas y la realidad financiera es evidente en Bolsa. Tesla cotiza con un ratio precio-beneficio muy por encima del promedio de su sector, lo que implica que el mercado está descontando un optimismo considerable. Sin embargo, el beneficio neto ha registrado recientemente un descenso notable, y las cuantiosas inversiones en IA están presionando los márgenes. El pasado viernes, la acción cerró con una subida del 2,61%, hasta los 390,60 euros, pero aún se mantiene aproximadamente un 14% por debajo de su máximo del último año.

Además, el entorno competitivo se ha vuelto más fiero. Para muchos inversores, Waymo, filial de Alphabet, es ya el líder indiscutible en el segmento de los robotaxis. Mientras tanto, en el mercado tradicional de los vehículos eléctricos, fabricantes chinos y rivales como Rivian continúan ganando cuota de mercado a expensas de Tesla.

Las próximas semanas serán clave. Si Musk logra implementar con éxito y a tiempo la flota sin conductor en Austin, podría restaurar la confianza en su estrategia a largo plazo. Cualquier nuevo retraso, no obstante, devolvería toda la atención a la erosión de los márgenes en su negocio principal de automoción. La compañía juega sus cartas más valiosas en la mesa de la autonomía.

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