Microsoft busca un aliado estratégico para su futuro en inteligencia artificial

Los rumores sobre una alianza tecnológica de alto nivel están generando expectación en los mercados. Según informaciones del sector, Microsoft se encuentra en negociaciones avanzadas con la compañía de semiconductores Broadcom. El objetivo de este acercamiento sería el desarrollo conjunto de chips de inteligencia artificial especializados, un movimiento que marcaría un cambio significativo en la estrategia de infraestructura del gigante del software.

El motor de esta posible colaboración es el ambicioso proyecto interno de Microsoft, conocido en clave como "Stargate". Se trata de un futuro clúster de computación diseñado específicamente para las demandas de los próximos modelos de lenguaje de OpenAI. Para alimentar esta bestia computacional, la compañía de Satya Nadella necesita hardware a la medida. Aquí es donde entran los ASIC (Circuitos Integrados de Aplicación Específica), chips que se diseñarían desde cero para optimizar el rendimiento de estas cargas de trabajo de IA.

El trasfondo estratégico es claro: Microsoft pretende reducir su dependencia de proveedores externos. Aunque no se menciona explícitamente en los rumores, el mercado interpreta que este paso podría suponer un distanciamiento de los diseños que hasta ahora ha proporcionado Marvell Technology. La meta última es un mayor control sobre su base tecnológica, lo que podría traducirse en una reducción de costes a largo plazo y una menor exposición a las tensiones en la cadena de suministro de otros actores dominantes, como Nvidia.

Inversión masiva para sostener el crecimiento en la nube

Esta ofensiva en hardware no surge de la nada. Es la respuesta directa a una demanda que no deja de crecer. En el primer trimestre del año fiscal 2026, el segmento de negocio en la nube, Azure, registró un crecimiento de ingresos ajustado por divisa de más del 30%. Sin embargo, este potencial se ve frenado por una limitación tangible: la falta de capacidad de infraestructura. La esperanza es que una alianza con Broadcom ayude a desatascar este cuello de botella.

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Financiar esta expansión tiene un precio elevado. Los datos más recientes muestran que los gastos de capital (CapEx) de Microsoft alcanzaron la cifra de 34.900 millones de dólares. A pesar de este desembolso monumental, la confianza de los grandes inversores se mantiene firme. Un ejemplo es el Fondo Soberano de Noruega, que mantiene una participación de aproximadamente 1,35% en la empresa. Este optimismo institucional se apoya en un sólido indicador de futuro: el backlog de ingresos pendientes de reconocimiento (RPO) ha alcanzado la astronómica cifra de 392.000 millones de dólares, garantizando visibilidad de ingresos durante años.

El mercado ha recibido estos rumores con beneplácito. Al inicio de la semana, la acción de Microsoft cotizaba en 420,45 euros, lo que supone una subida del 1,31% en la sesión.

La mirada puesta en los próximos resultados

Todos los ojos están puestos ahora en el próximo evento corporativo clave. A finales de enero, Microsoft presentará los resultados correspondientes a su segundo trimestre fiscal. Los analistas anticipan que, más allá de las cifras, la atención se centrará en dos aspectos concretos: cualquier actualización sobre la evolución de los problemas de suministro de hardware y, sobre todo, una posible confirmación oficial de la alianza con Broadcom.

Se espera que los efectos positivos de esta colaboración, particularmente en la mejora de los márgenes operativos, comiencen a materializarse de manera tangible a partir del año fiscal 2027. Mientras tanto, la estrategia de Microsoft refleja una realidad del sector: en la carrera por la supremacía en IA, controlar toda la pila tecnológica, desde el software hasta el silicio, se ha convertido en una ventaja crítica.

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