Meta se enfrenta a la UE mientras ajusta su presupuesto en el metaverso

La semana que viene podría ser determinante para Meta Platforms. A pesar de mostrar una fortaleza relativa en el mercado bursátil últimamente, la compañía está ejecutando un giro estratégico significativo. Para proteger sus márgenes, el CEO Mark Zuckerberg planea recortes masivos en la división de metaverso, conocida por su alto coste. No obstante, este regreso a la disciplina fiscal, que alegraría a los inversores, se ve ensombrecido por un nuevo desafío regulatorio procedente de Bruselas, que ahora apunta al negocio central de WhatsApp.

Mientras se reorganiza internamente, la presión externa sobre Meta aumenta. La Comisión Europea ha iniciado una investigación formal por prácticas anticompetitivas. A diferencia de procedimientos anteriores, el foco no está en la protección de datos, sino en garantizar una competencia leal. La acusación central es que Meta podría estar excluyendo deliberadamente a proveedores de inteligencia artificial rivales dentro del ecosistema de WhatsApp, otorgando así a su propia "Meta AI" una ventaja injusta.

De confirmarse estas alegaciones, la empresa se enfrenta a la posibilidad de cuantiosas multas o a cambios obligatorios en la integración de su IA en el mercado europeo. Esto supone un golpe en un punto sensible, dado que Europa es un mercado clave para monetizar sus 3.540 millones de usuarios activos diarios.

Un nuevo enfoque en la rentabilidad

La dirección de la compañía parece estar retomando su doctrina de eficiencia, una estrategia que en el pasado impulsó considerablemente el valor de sus acciones. Según informes confirmados, Mark Zuckerberg está preparando reducciones presupuestarias de hasta un 30% para su unidad "Reality Labs" de cara al ciclo de planificación de 2026.

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Estas medidas de ahorro tienen consecuencias tangibles en el desarrollo de productos. Por ejemplo, los lanzamientos de hardware se están retrasando: las gafas de alta gama con nombre en clave "Phoenix", previstas para 2026, se han pospuesto hasta 2027. La prioridad ahora es el "perfeccionamiento del producto" y la creación de modelos de negocio sostenibles, por encima de los experimentos rápidos con hardware. Para los accionistas, esto es una señal clara de prudencia. El objetivo es contener las pérdidas operativas, que solo en el tercer trimestre ascendieron a unos 4.400 millones de dólares, y redirigir capital hacia la comercialización inmediata de sus avances en inteligencia artificial.

El delicado equilibrio de los números

A pesar del ruido regulatorio, los fundamentos del negocio se mantienen sólidos. Los ingresos del tercer trimestre crecieron un 26%, hasta los 51.240 millones de dólares. Sin embargo, la carrera por el liderazgo en IA conlleva unos costes elevados que los inversores vigilan de cerca:

• Gastos de capital (Capex): La previsión para 2025 se ha revisado al alza, situándose ahora entre 70.000 y 72.000 millones de dólares.
• Perspectiva para 2026: Los analistas temen que estos desembolsos puedan superar la barrera de los 100.000 millones de dólares el próximo año.
• Posición analítica: Frente a esta explosión de gasto, la firma de análisis Rosenblatt mantiene su recomendación de "comprar" y un precio objetivo de 1.117 dólares, confiando en los rendimientos significativos que generará una mejora en la segmentación publicitaria.

Los observadores del mercado también han detectado una tendencia notable en las transacciones de los insiders. En los últimos seis meses, según agregadores de datos, se han registrado 346 ventas por parte de altos directivos y ninguna compra. Solo Mark Zuckerberg ha vendido acciones por valor de aproximadamente 210 millones de dólares. Aunque estas operaciones suelen seguir planes preestablecidos, la ausencia total de compras por parte de la dirección en esta fase resulta llamativa.

En resumen, Meta navega en un contexto de fortaleza operativa y desafíos regulatorios. El retraso en sus planes de hardware probablemente será interpretado en Wall Street como un signo de disciplina financiera, lo que podría sostener la cotización a corto plazo. El riesgo se traslada ahora al ámbito jurídico en la Unión Europea y a la incógnita de si las ingentes inversiones en IA podrán monetizarse con la suficiente rapidez como para compensar los costes de infraestructura, que no dejan de crecer.

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